Ya llegó la Sanjuanada,
ojalá que no llegara,
se han marchado mis amores
a segar a la ribera.
No, no volverán ya más
a estos páramos yertos.
No, no volverán ya más
a estos desiertos.
Y las piedras del camino
irán creciendo y creciendo,
haciendo roca las casas
las tumbas y el cementerio
y los ojos de aquel viejo
que esperaba con el cierzo
verlos venir al otoño
y abrazarlos al regreso.
Ya llegó la Sanjuanada. Tiempo de espera
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