Ya llegó la Sanjuanada, ojalá que no llegara, se han marchado mis amores a segar a la ribera. No, no volverán ya más a estos páramos yertos. No, no volverán ya más a estos desiertos.
Y las piedras del camino irán creciendo y creciendo, haciendo roca las casas las tumbas y el cementerio y los ojos de aquel viejo que esperaba con el cierzo verlos venir al otoño y abrazarlos al regreso. Ya llegó la Sanjuanada. Tiempo de espera
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