28 agosto, 2006

MAS CIPOTEGATO 2006



NORA BERMEJO. Tarazona Llegaron las doce del mediodía, y la fiesta estalló ayer en Tarazona con la salida del Cipotegato por la puerta de la casa consistorial. Miles de personas le esperaban en la plaza armadas con tomates para lanzárselos al personaje más popular de las fiestas turiasonenses.Una hora antes comenzaron a congregarse en la plaza. Casi todos vestidos de blanco y dispuestos a disfrutar del momento más especial de las fiestas en honor de San Atilano. Al ser domingo, la asistencia de público fue multitudinaria -acudió mucha gente de las comarcas vecinas y también de la ribera navarra-, y fueron muchos los que "empalmaron" la noche del sábado con la primera mañana de las fiestas. Miles de personas se congregaron frente al Ayuntamiento y se lanzaron unos 20.000 kilos de tomates.Cualquier sitio era válido para llevarlos, en carros de la compra, barquillas de frutas, bolsas de plástico o simplemente en las manos. Pasadas las once, comenzó la guerra de bandas -lanzamiento de tomates entre dos grandes grupos situados en los extremos de la plaza- y poco después hicieron su aparición las charangas de las cinco peñas de la ciudad: "Dominguera", "Desbarajuste", "Garrafus", "Chalibes", y "Sapillos".Juan Carlos Villanueva, el Cipotegato 2006, pudo finalmente con los nervios y, arropado por los amigos de su cuadrilla, salió por la puerta del Ayuntamiento puntualmente, cuando repicaron las campanas y estallaron los cohetes en el cielo.A partir de ese momento, comenzó un largo recorrido que le llevó por los barrios altos de la ciudad, eso sí, acompañado por cientos de mozos que no quisieron dejarle sólo en su carrera. De hecho, alguno le tuvo que ayudar en algún momento. "Había tanta gente en la plaza que casi era imposible pasar, yo le he intentado agarrar del pantalón para sacarlo hasta la calle de Conde", explicó Jorge Azagra, uno de los que le acompañó en los primeros metros.Quizás se hizo un poco largo el recorrido para los que se quedaron en la plaza, y es que el Cipotegato tardó más de veinte minutos en volver al punto de partida para recibir la ovación y el aplauso de todos los asistentes. Entró a hombros, entre gritos de "Cipote, Cipote" y se subió a la estatua con la imagen del personaje al que representaba, como marca la tradición."Fue el momento más especial de todos, porque cuando te subes ahí ya has acabado toda la vuelta, liberas las tensiones acumuladas y recibes el reconocimiento de todo el público", dijo Villanueva. Lo cierto es que fue un momento muy especial porque además, el Cipotegato besó y colgó de la estatua una foto de su padre, fallecido años atrás, y gran amante de las fiestas turiasonenses.

Y CON ESTO ME MARCHO DE VACACIONES UNA SEMANA A IBIZA....HASTA LA VUELTA.

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